HILDITA ZUBIATE DE RODRIGUEZ… DESCANSA EN PAZ
Pastillita para el Alma 27 – 04 – 14
Qué importancia tendría la vida si no existiera la muerte.
La muerte, es el destino inexorable de nuestra existencia. Nuestro espíritu, que estuvo cautivo en nuestro cuerpo físico, se libera de su verdadera mortaja terrenal y regresa a nuestro Padre Celestial,
que es su verdadero origen, para gozar a plenitud de la alegría de estar junto a D+os y reunirse con todos aquellos que se adelantaron en nuestro viaje sin retorno.
Resumir en pocas palabras la vida de Hildita Zubiate Bardales, es un gran reto. Ella llega a este mundo el 02 de marzo de 1917, en Chachapoyas, hija del primer matrimonio de don Arturo Zubiate con doña Lorenza Bardales. Tuvo como hermanos a Alfredo Arturo y Carlos Alberto y del segundo matrimonio con doña Zoilita Torrejón, a María Antonieta, Mercedes Esperanza, Jorge Arturo y Nelly Isabel. Forma parte de una familia muy numerosa donde prevalece el amor, la confianza y el respeto entre hermanos.
Su Primaria y Secundaria, lo estudió en la Fidelísima ciudad de Chachapoyas y fue una destacada alumna del Glorioso Colegio San Juan de la Libertad. Sus estudios Superiores lo realiza en el Instituto Pedagógico San Pedro, en la ciudad de Lima y regresa a su tierra, como normalista de primera categoría, ocupando la plaza de docente en la Escuela Fiscal N° 148, donde era Directora la señorita Ana María Rodríguez Picón, a quien reemplaza en la Dirección y trabaja hasta que se jubila, habiendo sacado varias promociones que bebieron de su sabiduría y su bondad sin límites y que ahora lloran su partida.
Contrae nupcias con un señor de señores, don Máximo Abel Rodríguez Culqui, destacado profesor de Educación Secundaria y con quien tiene cuatro hijos ejemplares, Edgar, Lorenza fallecida con una enfermedad nefasta, Rosario y Eloy, quiénes lo regalan el cariño de sus nietos que alegraron su vida en los últimos años de su existencia.
Madre amorosa y ejemplar, se dio tiempo para escribir varias poesías, versos y cuentos y para plasmar en el lienzo pinturas que en la combinación de sus colores mostraba la felicidad de haberse realizado a plenitud.
La mamá Hildita, como cariñosamente la llamaban todos sus sobrinos y toda la gente que la quería de verdad, permanecerás viva en el corazón de tus hijos que ahora lloran desconsolados tu partida, pero, en su soledad seguirán contando con tu regazo que anidó solo sentimientos de amor y de cariño, siendo la mejor herencia, tus consejos de Fe, perseverancia y esperanza, para seguir venciendo las dificultades en este mundo de luz y de sombras.
Te llora la Hermandad de Higos Urco, donde con tu Máximo Abel y tu Lorica hay una huella de ternura, de dulzura y bondad, imposible de olvidar.
Nunca será la muerte la triunfadora para los que creemos en D+os, como fueron tus enseñanzas durante el inolvidable trajinar de tu magisterio en la escuelita fiscal de tu querida Chachapoyas, que ahora está sangrando y donde ninguna de tus alumnas podrán olvidar tus lecciones de vida que seguirán siendo la semillita fecunda que perdura en el corazón de todas las que tuvieron la suerte de ser tus alumnas.
Mamá Hildita, te vas entre el aroma de azucenas y claveles, has alzado vuelo para encontrarte con tus seres queridos, que te esperan pletóricos de alegría por volverte a ver, vas a reunirte con tus adorados padres, con tu amado esposo y con tu hija, nuestra Lorica.
A los 97 años ha muerto Hildita Mercedes Zubiate de Rodríguez, una esposa y una madre ejemplar, con una trayectoria inigualable, que rodeado de sus seres queridos halló consuelo en sus últimos instantes, que no supo doblegarse ante la adversidad ni al dolor de los males, que en su avanzada edad, se aferró a la vida, por evitar el dolor de sus hijos y que como un hecho extraordinario, para los seres escogidos, hoy día, cuando toques las puertas del cielo, no estará San Pedro esperándote, estarán, el Papa Bueno, Juan XXIII y el Papa Peregrino, Juan Pablo II, que también hoy Día han subido a los altares y te recibirán con regocijo y alegría.
Hildita Mercedes Zubiate de Rodríguez, me dirijo con la pena más grande a tus hermanos, a tus familiares, a tus hijos acongojados que te lloran y muy en especial a ti Charito, mi colega médico, para decirte que la tristeza y la congoja cuando uno pierde a una madre, no tiene palabras para definirla, que no existen frases que puedan traer consuelo al dolor que nos consume, por nuestra impotencia, cuando pica el aguijón de la muerte…, que nunca jamás habrán frases que nos den paz a nuestro espíritu, sin embargo, te ruego que entiendas, que tu misión no termina, que recién empieza, porque en cada enfermo que atiendas, estará presente la figura angelical de tu madrecita, que te da aliento…, en cada remedio que recetes, verás los ojos de tu mamita, que te toca suavemente y te susurra al oído que ella está allí, en ese cuerpo que atiendes y curas y cuando la pena y el dolor te labre el alma, agárrate de ese madero salvador que es nuestro Cr+sto crucificado, que nos prometió una vida mejor para disipar nuestras aflicciones y… tampoco hallarás consuelo…, pero estarás cumpliendo tu sacerdocio de médico, que es un encargo de nuestro Creador.
*HILDITA MERCEDES ZUBIATE DE RODRÍGUEZ, MAMÁ HILDITA, DESCANSA EN PAZ*
Jorge REINA Noriega
*AYÚDAME A AYUDAR*
Pastillita para el Alma 27 – 04 – 14
Qué importancia tendría la vida si no existiera la muerte.
La muerte, es el destino inexorable de nuestra existencia. Nuestro espíritu, que estuvo cautivo en nuestro cuerpo físico, se libera de su verdadera mortaja terrenal y regresa a nuestro Padre Celestial,
que es su verdadero origen, para gozar a plenitud de la alegría de estar junto a D+os y reunirse con todos aquellos que se adelantaron en nuestro viaje sin retorno.
Resumir en pocas palabras la vida de Hildita Zubiate Bardales, es un gran reto. Ella llega a este mundo el 02 de marzo de 1917, en Chachapoyas, hija del primer matrimonio de don Arturo Zubiate con doña Lorenza Bardales. Tuvo como hermanos a Alfredo Arturo y Carlos Alberto y del segundo matrimonio con doña Zoilita Torrejón, a María Antonieta, Mercedes Esperanza, Jorge Arturo y Nelly Isabel. Forma parte de una familia muy numerosa donde prevalece el amor, la confianza y el respeto entre hermanos.
Su Primaria y Secundaria, lo estudió en la Fidelísima ciudad de Chachapoyas y fue una destacada alumna del Glorioso Colegio San Juan de la Libertad. Sus estudios Superiores lo realiza en el Instituto Pedagógico San Pedro, en la ciudad de Lima y regresa a su tierra, como normalista de primera categoría, ocupando la plaza de docente en la Escuela Fiscal N° 148, donde era Directora la señorita Ana María Rodríguez Picón, a quien reemplaza en la Dirección y trabaja hasta que se jubila, habiendo sacado varias promociones que bebieron de su sabiduría y su bondad sin límites y que ahora lloran su partida.
Contrae nupcias con un señor de señores, don Máximo Abel Rodríguez Culqui, destacado profesor de Educación Secundaria y con quien tiene cuatro hijos ejemplares, Edgar, Lorenza fallecida con una enfermedad nefasta, Rosario y Eloy, quiénes lo regalan el cariño de sus nietos que alegraron su vida en los últimos años de su existencia.
Madre amorosa y ejemplar, se dio tiempo para escribir varias poesías, versos y cuentos y para plasmar en el lienzo pinturas que en la combinación de sus colores mostraba la felicidad de haberse realizado a plenitud.
La mamá Hildita, como cariñosamente la llamaban todos sus sobrinos y toda la gente que la quería de verdad, permanecerás viva en el corazón de tus hijos que ahora lloran desconsolados tu partida, pero, en su soledad seguirán contando con tu regazo que anidó solo sentimientos de amor y de cariño, siendo la mejor herencia, tus consejos de Fe, perseverancia y esperanza, para seguir venciendo las dificultades en este mundo de luz y de sombras.
Te llora la Hermandad de Higos Urco, donde con tu Máximo Abel y tu Lorica hay una huella de ternura, de dulzura y bondad, imposible de olvidar.
Nunca será la muerte la triunfadora para los que creemos en D+os, como fueron tus enseñanzas durante el inolvidable trajinar de tu magisterio en la escuelita fiscal de tu querida Chachapoyas, que ahora está sangrando y donde ninguna de tus alumnas podrán olvidar tus lecciones de vida que seguirán siendo la semillita fecunda que perdura en el corazón de todas las que tuvieron la suerte de ser tus alumnas.
Mamá Hildita, te vas entre el aroma de azucenas y claveles, has alzado vuelo para encontrarte con tus seres queridos, que te esperan pletóricos de alegría por volverte a ver, vas a reunirte con tus adorados padres, con tu amado esposo y con tu hija, nuestra Lorica.
A los 97 años ha muerto Hildita Mercedes Zubiate de Rodríguez, una esposa y una madre ejemplar, con una trayectoria inigualable, que rodeado de sus seres queridos halló consuelo en sus últimos instantes, que no supo doblegarse ante la adversidad ni al dolor de los males, que en su avanzada edad, se aferró a la vida, por evitar el dolor de sus hijos y que como un hecho extraordinario, para los seres escogidos, hoy día, cuando toques las puertas del cielo, no estará San Pedro esperándote, estarán, el Papa Bueno, Juan XXIII y el Papa Peregrino, Juan Pablo II, que también hoy Día han subido a los altares y te recibirán con regocijo y alegría.
Hildita Mercedes Zubiate de Rodríguez, me dirijo con la pena más grande a tus hermanos, a tus familiares, a tus hijos acongojados que te lloran y muy en especial a ti Charito, mi colega médico, para decirte que la tristeza y la congoja cuando uno pierde a una madre, no tiene palabras para definirla, que no existen frases que puedan traer consuelo al dolor que nos consume, por nuestra impotencia, cuando pica el aguijón de la muerte…, que nunca jamás habrán frases que nos den paz a nuestro espíritu, sin embargo, te ruego que entiendas, que tu misión no termina, que recién empieza, porque en cada enfermo que atiendas, estará presente la figura angelical de tu madrecita, que te da aliento…, en cada remedio que recetes, verás los ojos de tu mamita, que te toca suavemente y te susurra al oído que ella está allí, en ese cuerpo que atiendes y curas y cuando la pena y el dolor te labre el alma, agárrate de ese madero salvador que es nuestro Cr+sto crucificado, que nos prometió una vida mejor para disipar nuestras aflicciones y… tampoco hallarás consuelo…, pero estarás cumpliendo tu sacerdocio de médico, que es un encargo de nuestro Creador.
*HILDITA MERCEDES ZUBIATE DE RODRÍGUEZ, MAMÁ HILDITA, DESCANSA EN PAZ*
Jorge REINA Noriega
*AYÚDAME A AYUDAR*
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