Foto Archivo
La anunciada renuncia del Papa Benedicto XVI ha impactado a la opinión pública mundial, por ser un fenómeno inusual y, además, por constituir una demostración de profundo respeto y amor por la Iglesia y los feligreses. El hecho, en lo personal, valida su modestia y honestidad, siendo capaz de reconocer públicamente cuando, sus fuerzas físicas y mentales disminuidas, le impiden el ejercicio responsable del alto cargo para
el que fue elegido.
El Papa, dejando el camino abierto para su sucesor, acepta también implícitamente la necesidad de cambios y de modernización de la Iglesia, acorde con los tiempos que corren.
Su ejemplo, al menos debiera dar que pensar a algunos políticos que, con capacidad física y mental disminuidas, lo cual demuestran a diario, continúan aferrados al poder, como si fuera una dádiva divina, sin darse cuenta del daño que hacen a sus pueblos. Los ejemplos sobran y están a la orden del día. ¡Claro está, para esto hace falta una gran valentía y total desprendimiento!
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